fondo

El anís se ha venido usando desde hace centenares de años. Es una de las hierbas medicinales más antiguas del mundo. Ya antaño se conocían sus propiedades digestivas y era utilizado también para combatir problemas tales como las flatulencias. De hecho, y a modo de remedio casero, a menudo se recomienda preparar una infusión con una cucharada de sus semillas, dejarla hervir unos dos minutos y cinco minutos de reposado. Más tarde, se puede tomar después de cada comida. Igualmente, y dada la superstición existente en las civilizaciones más arcaicas, el anís también se empleaba con la finalidad de alejar a los malos espíritus. Se cultiva de forma masiva en España, y en menor medida en países como Italia, Turquía, Bulgaria, América del Sur y Japón. Pimpinella anisum, la planta más anisada El término anís como licor está legalmente muy controlado en la Unión Europea, donde a un gran número de bebidas similares a la que nos ocupa se les denomina aguardientes. Y es que, cuando hablamos de anís , como licor, hablamos de una bebida estimulante de alta graduación que toma su nombre del fruto de la planta con la que suele estar hecho: la Pimpinella anisum, también conocida como ‘anís’. Esta planta es originaria de Oriente, India y otras zonas asiáticas próximas a Europa y fueron los árabes los encargados de trasladarla a España, así como al resto de países mediterráneos. Dado su origen milenario, ya que se usaba en Babilonia cerca de 2.000 años antes de Cristo, se instó como una de las hierbas medicinales y olorosas, a emplear por culturas posteriores, como la griega, romana y egipcia, siendo el pueblo romano el que desarrollara sus aplicaciones a la hora de preparar diferentes recetas culinarias. Se trata de una planta herbácea que mide de 60 a 80 centímetros de altura. Además contiene unas flores altamente aromáticas blancas que crecen aglomeradas formando manojos. Una de las variedades de anís más conocidas y usadas debido a sus propiedades curativas es el Anís Estrellado. En el marco de su composición cuenta con un elemento activo, un aceite esencial llamado anetol. Es originario de China y llegó a Europa gracias a un marinero inglés, allá por el siglo XVI. Como más arriba mencionábamos, de la planta del anís se usa las hojas en la cocina, y las semillas secas en pastelería, bollería, licores, refrescos y en el campo medicinal. Entre sus componentes podemos destacar: aceites esenciales, anetol, estragol, aceites grasos y colina. Como propiedades beneficiosas, les son atribuidas las siguientes: diurético, carminativo, estomacal, expectorante, para la tos y la bronquitis. Lo cierto es que, a lo largo de la historia, son innumerables los usos que se han venido haciendo del anís. Por ejemplo, en la Edad Media se hacía confitura de anís, también licores con sus semillas, y en la India… mastican sus semillas para combatir el mal aliento. En la cocina, también tiene diversos usos: las hojas nos pueden servir para acompañar ensaladas. Lo vemos también en infusiones, acompañando a verduras, carnes, mariscos, en salsas, en algunos panes y hasta para perfumar la ropa. Pero especialmente, el anís lo conocemos y consumimos como licor, de forma embotellada. Lo que esconde el anetol Aunque resulte extraño, para fabricar este licor no sólo es necesario el Pimpinella anisum. Existen otros elementos también básicos en el proceso de elaboración, entre ellos se encuentra el badián, el hinojo e incluso frutos y semillas además de anetol. En lo que respecta a la reglamentación de la Unión Europea, se distingue hasta cinco denominaciones de venta de este tipo de bebidas de alta graduación apoyadas en el anetol. Hablamos de:

  • Bebidas espiritosas anisadas.
  • Pastís de Marsella.
  • Anís.
  • Anís destilado.

Tal y como exige la legislación comunitaria, para cada una de estas denominaciones se instituyen unos requisitos y exigencias concretas. En el caso de cumplir cada uno de estos compromisos, la marca podrá llevar la correspondiente denominación en su nominación, en su etiqueta, así como en su presentación. Esto se debe, según aseguran, a que es el anetol el encargado de propiciar el sabor a la bebida y no un fermentado alcohólico. En lo que respecta a la elaboración del anís, propiamente dicha, con la finalidad de obtener al máximo las propiedades relajantes que tiene la planta, está sometida a un proceso de destilación. En este transcurso, la semilla del anís, conocida como matalahúga, se introduce en agua y alcohol rectificado dentro de la destiladora (habitualmente de cobre), dejando así reposar el preparado unas horas (más de un día). Posteriormente, se procederá a calentarlo. De esta forma, emanan grandes cantidades de vapor y gases que son procesados a través de un conducto y llevados a otro recipiente donde se refrigerará y volverá a convertirse en líquido. Así, se comienza con el proceso de nuevo. También hay que tener en cuenta que el doble transcurso de destilación, en ocasiones se convierte en triple cuando se trata de determinados tipos de anís. Entrada escrita por M.J Ortiz

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